La Mujer en Oriente Medio
"No permitan que la comunicad masculina influya en sus
pensamientos. Digo esto debido a que las recientes estadísticas electorales
muestran que las mujeres rara vez dan su voto a una mujer", manifestó el
presidente de Líbano, Michel Aoun, y pidió a las mujeres libanesas mantener
firmemente sus creencias, un día antes de que se conmemore el Día Internacional
de la Mujer, agregando que "la idea de la igualdad de género debe
arraigarse en la sociedad y estar contemplada en la legislación"


Estas declaraciones se realizan cuando se conoció que una cifra récord
de 111 mujeres se han presentado como candidatas a las elecciones legislativas
del próximo 6 de mayo, entre un total de 976 aspirantes.
Este número supone cerca del 11,8 por ciento de los candidatos a un
asiento en el Parlamento y es un acontecimiento excepcional teniendo en cuenta
que en las últimas elecciones legislativas -celebradas en 2009- sólo había doce
candidatas en un Parlamento formado por 128 diputados.
A pesar del récord, no se ha alcanzado la cuota del 30 por ciento de
candidatas que reclaman las asociaciones defensoras de los derechos de las
mujeres.
Pero más allá de este cambio, las mujeres en el Líbano piden
transformaciones más profundas acorde a las realidades globales.
Tras la movilización mundial sin
precedentes del pasado 8 de marzo, cientos de libanesas se manifestaron
empoderadas contra la desigualdad de género, la brecha salarial, la
discriminación y la violencia sexual en la denominada marcha de la
"ira".
En Beirut, la capital libanesa, las mujeres acudieron de todas las
regiones del país bajo el lema "diferentes causas, la misma ira
compartida" para protestar en contra del matrimonio infantil, la violencia
de género y reclamar que las madres
puedan transmitir la nacionalidad a sus hijos y que se le conceda el derecho de
custodia en caso de divorcio.
Líbano es un ejemplo de convivencia religiosa donde 18 confesiones
comparten historia, lengua y economía. Sin embargo, las mujeres viven en mundos
paralelos en lo que atañe al los denominados Estatuto Personales. En
consonancia, las cortes religiosas legislan la intimidad de 4,5 millones de
habitantes. Algo que crea desigualdades entre las libanesas en las dieciocho versiones
de la ley a la hora de solicitar un divorcio.
Por ello, el discurso de los derechos de la mujer en el Líbano se
encuentra con que cada comunidad religiosa tiene su propio ordenamiento jurídico
-los llamados Estatutos Personales-que permiten a cada grupo regular los
asuntos legales sobre los bienes y las personas. El Estatuto personal, figura jurídica
heredada del Imperio Turco-Otomano, permitía a las minorías religiosas tener el
régimen jurídico adecuado a su religión. El mayor problema de no tener un código
civil laico y universal es que cada religión tiene principios, tribunales y
reglas diferentes, y no trata a cada ciudadano de manera igual. A causa de
leyes desiguales en cada confesión sobre temas como el matrimonio, las mujeres
libanesas han sido especialmente perjudicadas.
La desigualdad entre géneros y los abusos domésticos permanecen,
también por razones ligadas al sistema legal libanés. El Estado ha hecho muy
poco para obligar las diferentes confesiones religiosas a reformar sus leyes,
especialmente respecto a problemas como las violaciones conyugales y los
crímenes de honor. Los hombres han podido obligar a sus mujeres a participar en
actividades sexuales sin su consentimiento, quedando impunes. En el 2011 una
nueva ley fue propuesta, declarando las violaciones conyugales ilegales.
Polo de transformación
El Líbano, con su diversidad cultural y religiosa, se ha convertido en
la última década en un polo para promocionar los derechos de la mujer con
respecto a los demás países en la región.
La nota positiva la aportan un grupo de ONG que luchan por reducir el
abismo entre las amplias libertades sociales que disponen las libanesas y la
arcaica legislación que las somete al oligopolio religioso. Han logrado en 2014
su primera victoria con la adopción de una ley sobre la violencia doméstica.
Bajo esta ley los juzgados civiles defienden a la mujer independientemente de
su religión y son capaces de dictar órdenes de alejamiento, custodias de
menores y compensaciones económicas. De nuevo, la teoría difiere de la
práctica, donde los hombres logran apelar a las cortes religiosas y
cortocircuitar el veredicto del juzgado civil.
Pero se está demostrando en el país de los Cedros que algunos reclamos
tienen respuestas positivas. En agosto de 2017, Líbano - junto a Jordania y
Túnez- derogaron de sus códigos penales los beneficios que le permitían a un
violador eludir la pena si se casaba con su víctima, mostrando avances en sus
legislaciones para proteger los derechos de las mujeres.
La derogación del artículo 522 del Código Penal que permitía esta
práctica fue impulsada por colectivos de activistas que lanzaron impactantes
campañas -entre estas- la del grupo de derechos humanos ABAAD, que instaló
vallas con imágenes de mujeres vestidas de novia y cubiertas de sangre, con el
lema: ‘A white dress doesn’t cover up rape’ (‘Un vestido blanco no cubre una
violación’).
Por la Ley de Identificación por vía materna
Tras la relativa victoria que supone la ley sobre violencia doméstica, las
organizaciones no gubernamentales locales presionan para que se adopte un único
código civil que regule el matrimonio, el divorcio y la transmisión de la
nacionalidad para todas las mujeres libaneses por igual. Una lucha ante la que
los propios parlamentarios admiten toparse con el infranqueable poder de los
religiosos en este diminuto pero extremadamente diverso país.
Desde 2006 los movimientos feministas que se han reunido en Beirut han
tenido como principal consigna la exigencia de que los hijos de una mujer
obtengan la nacionalidad de su madre, puesto que la Ley de Identificación,
hasta ahora, sólo otorga la nacionalidad por vía paterna.
De hecho, aunque los hombres libaneses casados con extranjeras pueden
pasar a los hijos su ciudadanía, las mujeres libanesas no pueden hacer lo mismo.
Niños nacidos en el Líbano acaban teniendo derechos muy limitados que no
cumplen con muchos estándares internacionales.
Por todo ello, hombres y mujeres libaneses están empezando a
movilizarse, buscando maneras para ir contra este sistema restrictivo.
Durante una cena en honor a la actriz Salma Hayek, la mexicana de
ascendencia española y libanesa expresó su deseo de “que se estudie el reconocimiento del
derecho de la mujer libanesa a trasmitir su nacionalidad a sus hijos”. Las
palabras de Hayek dejaron al descubierto uno de los lados más controvertidos de
Líbano: el pedido de la actriz es más que oportuno si tenemos en cuenta que el
Parlamento libanés aprobó un proyecto de ley donde no contempla otorgar a la
mujer libanesa el derecho a transmitir nacionalidad a hijos o esposo. Esto es
más allá de que los hijos hayan nacido en territorio libanés.
Además de Líbano, otros 26 países prohíben a la mujer transmitir su
nacionalidad a los hijos o esposo. Entre los vecinos de Líbano se encuentran
Jordania, Arabia Saudita, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahréin y Kuwait
son los vecinos libaneses que completan la lista.
Hayek demostró mucho coraje al denunciar lo que está ocurriendo. Quizás
por eso recuerdo en este momento la frase de Gibran Khalil Gibran: “La
intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre”.
Y ante el llamamiento del Presidente Michel Aoun de que "mujeres y hombres son iguales en
sus derechos y deberes y las mujeres son parte clave en la construcción del
país y en la toma de decisiones políticas", se esperan cambios
sustanciales luego de las elecciones parlamentarias, donde más voces protejan
los derechos y la igualdad de género.

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