Que las Instituciones Funcionen
Hablemos de probidad, está de moda o de su ausencia la corrupción,
todos hemos escuchado opiniones, de todos los sectores, que nos hablan de esto,
todos sienten la obligación de decir algo, de defender lo indefendible o de
atacar al adversario político. Desde
la izquierda cubriendo el abanico hasta la derecha, entregan su visión de lo
que ellos entienden como falta atentatoria en contra de la probidad y son
capaces también de graduarla, señalando por ejemplo, que uno u otro acto es más o menos corrupto según la cuantía de lo defraudado. Lo cierto es que la corrupción
no admite gradaciones, el acto es o no es corrupto, no hay escalas en esto.
Piense por favor por un instante
si le parece adecuado que un próximo candidato a la presidencia de la república de Chile tuviera el siguiente perfil:
Condenado por los tribunales de
justicia, a 12 años por corrupción pasiva, cohecho, soborno, tráfico de influencias y lavado de dineros. También denunciado por obstrucción a la
justicia. Dígame, Ud votaría por él para que dirigiera nuestros destinos. La respuesta
parece obvia y sí, se trata
del ex presidente Lula de Brasil.
Ahora viene lo increíble, 45 políticos y académicos, entre ellos la ex presidenta
Bachelet y el actual presidente del Senado firmaron una declaración en que “apelan” al Poder Judicial de Brasil “para que garantice el pleno respeto a la Constitución,
permitiendo la inscripción” del
expresidente Luiz Inácio Lula da Silva “como candidato presidencial”. estas
personas tienen la falta de prudencia de pedir a los tribunales de justicia de
ese país que desconozca sus fallos
judiciales y la ley, denominada “ficha limpia” que el mismo Lula impulsó y que establece que ningún condenado en doble instancia puede postular a
cargos de elección popular.
“Todo hombre
tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es”. Esta célebre frase que se le atribuye al político francés del siglo XVIII, Joseph Fouché, bien podría haberse escuchado en el momento en que los
firmantes colocaban su rubrica sobre el documento. Brasil es un Estado de
Derecho, donde se han perdido muchas vidas para lograr algo, que lamentablemente
en Chile aun no se logra, llegar hasta las esferas más altas del poder político y económico del país y juzgarlos como corresponde por corrupción, dándoles a cada
uno lo suyo, sin concesiones a su pasado mérito. Olvidamos también que esto en la vida se puede
perder y solo nos queda nuestra propia dignidad.
Esta declaración y manifestaciones
posteriores en este sentido, tienen falta de coherencia, justicia y una
descarada relativización de la ética. Como diría el ex
presidente Lagos, por favor dejen que las instituciones funcionen, respetemos
las leyes y la Constitución Brasileña. Esto marca un muy mal precedente para la institucionalidad
en Chile, por que la lucha en contra de la corrupción es signo de salud democrática,
no desviemos el camino.
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