Discurso Inaugural en el VI Congreso Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. (18/11/2020)


Estamos viviendo tiempos de incertidumbre, fragilidad y temor. Estamos enfrentando un conflicto global derivado del Covid-19 y tiene muchas dimensiones, económicas, políticas, sociales, sanitarias, educacionales, etc. Es multisistémico y uno de los acuerdos sociales logrados en nuestra conciencia occidental es uno de los más dañados, la democracia. En este momento global en que la restricciones a la libertad individual parecen razonables por las crisis sanitarias es necesario estar alertas para que no sea el primer paso para la restricción de nuestros derechos por otros motivos que podríamos considerar igualmente plausibles. Por ello digo que estamos frente a un daño a nuestra forma de convivencia.
Es en estas circunstancias cuando el ser humano entiende lo importante que es el derecho, el respeto a las normas consensuadas por una sociedad determinada. Por ello las crisis nos presentan inigualables oportunidades de avanzar en la protección de los derechos humanos.
Contamos con la presencia de profesores de la Universidad de Burgos, la ciudad que le da nombre a la universidad es la cuna de uno de los pensadores mas preclaros de su tiempo, el maestro Francisco de Vitoria, que siguiendo las aguas de Tomás de Aquino vincula con exactitud la dignidad del ser humano con los derechos esenciales que emanan de ella, esto es los Derechos Humanos, hablamos de mediados del siglo XVI. La persona, según Vitoria, es el centro de la Creación, sujeto responsable de derecho por su naturaleza racional y titular de derechos en cuanto ser racional, con independencia de la fe y de la cultura. De aquí parte además su defensa férrea a los indigenas del nuevo mundo. Por lo tanto desde allí el camino recorrido por la humanidad ha sido arduo y complejo a pesar de tener conciencia de la importancia que tiene su propia naturaleza, intereses mezquinos, egoístas y fatuos han hecho reiteradamente olvidarlo en el transcurso de la historia de la humanidad.
Pero quedan hasta la actualidad los principios en que se basa el humanismo cristiano base solida de la DDHH:
La noción de la persona humana, como ser digno, libre y social, que tiene un destino individual pero que sólo se desarrolla plenamente en sociedad, mediante la solidaridad con los demás.
La idea de la sociedad como el fruto y, al mismo tiempo, el espacio natural para el desarrollo de la persona, que crea la condiciones para el progreso espiritual y material de todos sus miembros, dentro de un clima de solidaridad.
El Estado, como una manifestación natural de la sociabilidad del ser humano, cuya finalidad es garantizar y promover el bien común y servir a la dignidad y libertad de las personas. La justicia social, que asegure la igualdad de oportunidades, elimine la discriminación y la exclusión social y promueva el bienestar, es la condición de eficacia en el logro del bien común por parte del Estado y por cierto…
La democracia como forma de existencia del Estado, que asegura a todos el respeto de su libertad, el pluralismo ideológico y político, la libre expresión de las ideas, el respeto de las minorías y la participación de todos en la vida política, con sentido de responsabilidad cívica.
Pues bien todo esto hoy adquiere relevancia en los debates académicos que tendremos en este Congreso, nos enfrentamos a una encrucijada producto de una crisis global, no menor a la que vivieron en los años 40 del siglo pasado. Por ello es imperativo afianzar la democracia, la participación y el respeto al otro y a su pensamiento.
Los Derechos de las personas se aseguran durante las crisis, es ahí que el ser humano asume su debilidad y busca protección, ello implica, que ellas son las que nos permiten realmente avanzar y sentirnos un poco más humanos, un poco más hermanos.
La dignidad del ser humano surge y resurge constantemente rediviva. En efecto pensemos en la gran crisis del siglo pasado, la gran Guerra que se le llama II Guerra mundial que es en definitiva la secuela de la primera. Durante este período, desempolvando el recuerdo genético-histórico de personas como Vitoria, los derechos humanos fueron invocados como fundamento de un nuevo orden mundial. De esta manera, se convirtieron en una causa en cuyo nombre los aliados combatieron el poder del Eje. En este contexto, la campaña del escritor Herbert George Wells tuvo gran impacto. Se inició tras una carta escrita en el periódico The Times, en 1939. En esta, Wells publicó un proyecto de declaración internacional de derechos humanos. Esta declaración de derechos fue difundida de manera muy amplia, no sólo en Europa, sino también en los continentes asiático y africano en 48 países. La comunidad académica tampoco permaneció callada. Recordemos a Hersch Lauterpacht, en particular, y su proyecto de un International Bill of Rights, presentado al público, en 1943. En el mundo político, el presidente americano Franklin Delano Roosevelt invocó también los derecho humanos como justificación ideológica para luchar contra Alemania y sus aliados. La Carta del Atlantico sirvió de base a la declaración de las Naciones Unidas, firmada el primero de enero de 1942 por los representantes de 26 países en guerra contra Alemania y sus aliados. Es también la base de la Carta de las Naciones Unidas, firmada el 26 de junio de 1945 en San Francisco.
A pesar de esta firma transcurrieron 6 décadas en que el encargado de promover el respeto los derechos humanos a nivel global fue el Consejo económico y social, creando la Comisión de Derechos Humanos. Recién el año 2006 el Consejo de los derechos humanos reemplazó a la Comisión.
He señalado todo esto para indicar que el camino a la promoción y protección de los derechos humanos en el cual vivimos hoy, ha sido un camino, difícil y pedregoso que tiene siglos de desarrollo, no se ha generado espontáneamente son muchos sus incansables luchadores. Es necesario tener cuidado por quienes quieren hacer una utilización política de éstos, su defensa y reconocimiento no hace distingos de derechas o izquierdas, porque los derechos humanos son de la persona por el sólo echo de ser tal, ya lo decía Vitoria: “con independencia de la fe y de la cultura”.
Creo firmemente que en su promoción y sustento está el desarrollo más pleno de la persona y observamos de lo dicho que la idea de los derechos humanos es una reacción en contra de las tragedias humanas, que busca en definitiva el respeto y el cuidado del otro. No olvidarnos en estos tiempos que nos aquejan y arriba la esperanza.-
De este modo me permito también dar por instalado este Congreso. Muchas Gracias
 
 

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