Prat, el humanista. Estudiante, académico y abogado. (Mayo 2020)


“La historia es una galería de cuadros en la que hay pocos originales y muchas copias” Tocqueville:
Estamos en el mes de Mayo que en Chile se ha establecido como el mes del mar por la acción de uno de los personajes, en mi concepto, más importante de la historia de Chile, que logra plasmar en la nación un alma que hasta ese 21 de Mayo de 1879 no se conocía. Chile cambia su categoría ética de forjadores de la patria elevándolo a un nivel difícil de encontrar con posterioridad. Con esta ceremonia queremos inaugurar el ciclo de charlas de extensión 2020, ya hay al menos 80 conferencias ofrecidas sobre una gran diversidad de temas, que nos entregarán profesores de las diferentes carreras y sedes en Chillán, Antofagasta, La Serena y Santiago para todos los miembros de la comunidad universitaria, con la finalidad que, en el saber, podamos reunirnos al menos cada 15 días como una gran familia y compartir fuera de nuestras obligaciones, en estos complejos tiempos que estamos viviendo por la pandemia que nos azota.
Agradezco al Vicerrector de Sede Sur, Sr Ricardo Bocaz y al Colegio de Abogados de Chillán, que patrocina este acto cívico, representado por su presidente Sr Dalton Campos Cáceres y saludo con especial cariño a la Escuela de Derecho de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de nuestra Universidad porque se celebra también el 21 de Mayo el día del Abogado en Chile y mas adelante veremos porqué.



Este es un acto especialmente dedicado a nuestros estudiantes en el camino de búsqueda vocacional que comenzó cuando entraron a nuestras aulas. También, permítanme decirlo, es un día especial para mi y hablo desde aquí como persona común y corriente pero también como profesor de la cátedra de Etica. Prat profundiza la dimensión ética del abogado, es un verdadero héroe de la patria, único, lo digo convencido, porque detrás de su sacrificio último no había ni un asomo de interés, búsqueda de poder, riqueza, ni ego, es el darse pura y simplemente por lo que se cree y se quiere, por lo justo, en forma transparente y con profundo amor y fe. Que mas podemos pedir a un verdadero ser humano. Es tan simple como nos enseña Séneca: “Ninguno ama a su patria porque es grande sino porque es suya”.
El pasado 21 de Mayo, busqué con cierta ansiedad noticias, reportajes, comentarios sobre la gesta de Iquique y Arturo Prat, nada, una que otra semblanza , tal vez por cumplir. Ni los canales de televisión, ni las radios, ni los periódicos se hacían cargo de este trascendental momento histórico para llevarlo masivamente a los chilenos. Algo está ocurriendo en esta patria de Prat, no es la misma.
Los que ocultan, omiten o tergiversan nuestras historia, muchas veces por oportunismo o mezquindades políticas, no aquilatan el respeto a Prat, incluso por los que en su día fueron enemigos, dos ejemplos de ello:
a) Los restos del almirante peruano Miguel Grau, héroe en su país, estuvieron un tiempo en el mausoleo de la familia Vial, en el Cementerio General de Santiago para ser repatriados al Perú, donde hoy descansan en la Escuela Naval de ese país junto a un busto erigido en honor a Arturo Prat. Demostrando el respeto y admiración de los que fueron enemigos y hoy hermanos.
b) Para corroborar esto me permito contarles una experiencia personal, hace unos años en Lima, fui invitado al Club Nacional por el amigo y abogado Miguel Grau, descendiente directo del Almirante, estuve en el salón Grau, repleto de recuerdos y reliquias. Cartas manuscritas del almirante, dos sables colgaban de las paredes, vitrinas con sus objetos personales, uniformes y en medio del salón dos cuadros el primero del combate Naval de Iquique del 21 de Mayo, el segundo en la otra muralla el del combate naval de Angamos del 8 de Octubre de 1879 donde es capturado el Huáscar y muerto el Almirante Grau.
En el santuario de la Familia Grau en Perú estaba presente también nuestro Arturo.
Eso se llama hermandad latinoamericana.
En esta misma línea recuerdo cuando niño desde primero básico nos hacían representar el combate naval cada 21 de Mayo, mi permanente deseo era ser Prat pero al fin de cuentas mi profesora siempre me entregaba un personaje fugaz pero importante ya que abría la tragedia y mi actuación consistía en gritar ¡Humos al Norte¡
También esa fecha tiene en mi reminiscencias del hogar ya que desde las 7 de la mañana mas de alguna emisora radial comenzaba a relatar los acontecimientos de Iquique minuto a minuto como si estuviera produciéndose en ese momento el combate y duraba hasta las 12:10 horas en que se hunde La Esmeralda.- Era un día especial, lleno de silencios, recuerdos y tristeza, pero por sobre todo esperanzador y una lección de vida permanente en que aprendimos que el más débil sí puede enfrentar sin temor al más fuerte y transformarse en algo mucho mas grande que su ser mismo.-
Eso extrañamos en nuestro Chile de hoy en que con la pandemia ha salido a relucir lo mejor y lo peor de lo que somos.
Hablemos de Arturo Prat en su faceta de humanista, como estudiante, profesor y abogado
Confucio nos dice que :“Estas tres señales distinguen al hombre superior, la virtud, que lo libra de la ansiedad; la sabiduría, que lo libra de la duda y el valor, que lo libra del miedo”. Pareciera ser que Arturo tenía estas tres señales, virtud, sabiduría y valor.
De niño a los 10 años ingresa en agosto de 1858 a la Escuela Naval, allí era compañero de Luis Uribe, Juan José Latorre y Carlos Condell, todos de entrañable recuerdo.
Después de su egreso no transcurre mucho tiempo en que Prat vuelve a la Escuela Naval pero ahora desarrollando su vocación académica destacándose como oficial y profesor, desempeñando las cátedras de Ordenanza Naval, Cosmografía y Construcción Naval. Asimismo, cumplió labores pedagógicas gratuitas en la escuela nocturna "Benjamin Franklin" de Valparaíso, como maestro de ciencias naturales y moral.
Buen lector, particularmente de filosofía, derecho y literatura, es aficionado a la música y al teatro, al que considera su única debilidad.
Es de carácter reservado pero un muy buen orador, esto hace que en muchas oportunidades fue elegido para pronunciar los discursos fúnebres en ocasión del fallecimiento de célebres almirantes y verdaderas reliquias de la época de la Independencia como Manuel Blanco Encalada (1876) y Roberto Simpson (1877)
En lo espiritual, observa la religión mayoritaria de la época, es católico pero es también una persona que busca insistentemente su desarrollo en ese campo, podríamos decir que en ello era inquieto. Hay una frase recogida por uno de sus biógrafos escrita por él: “Dios nos guía, y lo que sucede es siempre lo mejor que puede suceder”. Premonitorio.
Inmerso en su época adhiere a las ideas liberales y como lo señala don Gonzalo Vial: ”pero su liberalismo no es ciego, sino crítico, denotando una vez más la independencia y originalidad de pensamiento características de Arturo Prat.”
Desde el punto de vista de la ciencia política tiene un interés personal en el perfeccionamiento de la democracia, pensemos que en esa época Chile era una República oligárquica, que duda cabe, pero este sentido libertario y demócrata se evidencia en su tesis de grado para titularse de abogado que comentaremos luego.
Además adscribe a la tradición chilena de que los militares deben ser prescindentes en política.
Era una persona de variadas amistades, políticos de diferentes vertientes, literatos, educadores, etc.
El amor a la justicia despierta en él su vocación de abogado, es probable que influyó su tío materno, Jacinto Chacón Barrios, reputado jurista, autor de una obra clásica en Derecho Civil: Exposición Razonada del Código Civil (1880). Don Jacinto se casó con la madre viuda de Luis Uribe y el joven Arturo vivió en su casa en Valparaíso mientras estudiaba derecho. Otra referencia a esto la hace José Toribio Medina, en su trabajo Arturo Prat. Estudios sobre su vida, y señala que el escaso sueldo que este percibía en la Marina no le alcanzaba para ayudar a su familia. A la muerte de su padre, los gastos aumentaron y debió ocuparse de la educación de su hermano Ricardo y de la manutención de su madre: “Vínole entonces la idea de dar forma a sus estudios – dice Medina – instruyéndose en una materia especial, que fuera a la vez de honra y provecho. Desde ese momento propusose dar cima a la tarea de agregar a sus despachos de marino el título de abogado”.
En el año 1871 Prat obtuvo autorización para rendir los exámenes que le faltaban para obtener su grado de bachiller en Filosofía y Humanidades y, cumplido este requisito, pudo inscribirse como alumno libre en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, por ello se dice que Prat estudió en la Facultad de Derecho de esa Casa de Estudios, pero esto no es del todo exacto. En esta época todavía la Universidad de Chile no tenía funciones docentes, sino que sólo otorgaba el grado de Licenciado en Derecho pero las clases y exámenes se daban en el Instituto Nacional o en escuelas privadas.
Seguramente Prat rendía sólo los exámenes y estudiaba por su cuenta, en las pocas horas que le dejaba el resto de sus funciones en la Armada.Es así como realizó todos sus estudios sin abandonar sus tareas como oficial de Marina.
En 1872, estando destinado en Mejillones, estudió a bordo y obtuvo autorización para rendir sus exámenes en Valparaíso. Por ese tiempo regresa a la Escuela Naval como profesor de diversas asignaturas y llega a ser nombrado subdirector del establecimiento, lo que facilita sus estudios de Derecho al permitirle una mayor presencia en esa ciudad, en cuyo Liceo de Hombres debe rendir sus exámenes. Así continuó en los años siguientes, hasta completar el número de asignaturas aprobadas.
Antes de rendir sus últimas materias, fue encargado de estudiar la Ley Electoral y ello le permitió formular numerosas observaciones al proyecto en trámite legislativo, que fueron aprobadas en su mayoría. Este estudio, fue publicado en folleto en el año 1870 bajo el título de “Observaciones a la ley electoral vigente”, Dicha Ley Electoral había sido dictada en tiempos del presidente Federico Errázuriz Zañartu. Según Prat, era una buena ley, pero debían introducirse en ella serias reformas para hacerla una mejor expresión de la voluntad popular y de la vida republicana y democrática, como hacer desaparecer la institución de los mayores contribuyentes y del voto acumulativo en la elección de diputados.
En base a lo anterior y para titularse el joven marino elaboró una tesis de grado sobre el tema ya estudiado y la tituló del mismo modo que su trabajo anterior “Observaciones a la ley electoral vigente”, en la que defiende el secreto del voto y propicia perfeccionamientos a su contenido para que cumpla su fin de “ser garantía eficaz de que el resultado de las urnas sea la fiel expresión de la voluntad nacional”. Su examen de licenciatura versó sobre la referida tesis además de una cédula que fue sorteada y que consistió en derecho romano. Con la tesis y el examen de grado, le fue conferido el grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas el 26 de julio de 1876, por un diploma firmado por el Rector de la Universidad de Chile don Ignacio Domeyko.
El título de abogado le fue entregado por la Corte Suprema que en esos años era presidida por el ex-presidente Manuel Montt. Se cuenta que cuando llegó el licenciado a la sesión citada para examinarle y entregarle el título le informaron que se había suspendido, lo que causaba serias dificultades a un marino que no tenía la libertad para volver en cualquier otra ocasión a Santiago. Explicada la situación del postulante a don Manuel Montt, este ordenó que se constituyera la sesión ese mismo día. Al entrar a la sala, un auxiliar de la Corte le pidió que le entregara el sable, y el capitán de corbeta don Arturo Prat debió dejar su espada en manos del funcionario, siendo la primera y última vez que se separó de ella, acatando la tradición de que las armas deben deponerse ante el Derecho. Aprobado el examen, la Corte lo invistió como abogado el 31 de julio de 1876 teniendo 28 años, estando casado con doña Carmela Carvajal y a poco de ser padre de su querida Blanca Estela. Así se convierte en el 1º oficial Naval Chileno en obtener el título de abogado, profesión que ejerce activamente, tanto en un estudio privado como en la justicia naval.
Es interesante tener presente que el diario El Mercurio de Valparaíso consigna en sus páginas la noticia infrecuente de que un joven oficial de marina haya obtenido el grado universitario de licenciado en Derecho y que la Corte Suprema de Justicia le haya otorgado el título de abogado.
Hay un lugar común de los historiadores en la biografía de Prat y se refiere a su injusta postergación, a causa de una cierta miopía de sus superiores sobre su valor, la que se desmiente por su inmolación en Iquique.
Esto deriva, estiman algunos, concretamente de la defensa que hace en su calidad de abogado de su compañero de armas, pariente político, Luis Uribe, quien fue acusado por el almirante Goñi de desobediencia al contraer nupcias con una viuda inglesa durante una misión en Inglaterra en contra de lo señalado por su superior. Prat realizó una defensa brillante en este caso. No olvidemos que Uribe retornó a las filas de la Marina, fue segundo comandante de la gloriosa Esmeralda y asumió su mando tras la muerte de Prat.
A lo anterior se agrega ciertos rumores que señalan que el Almirante Juan Williams Rebolledo no le gustaban los “marinos literatos” en alusión a Prat y sus estudios de derecho. En base a ello el historiador Encina afirma, de manera antojadiza, creo yo, que a Prat “se le conceptuaba a lo más bueno para oficinista y si alguien hubiese intuido el temple de su alma, habría provocado la carcajada universal. Corrían todavía tiempos en que el valor militar era indisoluble del amatonamiento, la parranda, la copa y la mujer”.
Esta versión del juicio que Williams tiene sobre Prat parece cuestionable y podríamos encontrar entre las páginas de la historia una visión distinta, porque en los momentos en que el presidente Aníbal Pinto en 1878 pregunta al almirante por un oficial que pudiera realizar la misión especial de agente confidencial en La Plata, Argentina, el almirante propone sin dudarlo a Prat por su “capacidad, su preparación y recursos”, así estuvo en el país transandino 1 año. Cuando se le da a Prat esta misión tan delicada un historiador lo describe: “demostró poseer tres cualidades difíciles de hallar simultáneamente en una misma persona: tacto, criterio y reserva”.
Con su título instaló una oficina, junto con Julio Zenteno Barros y Juan Enrique Villegas, la que se ubicaba en el edificio de la Intendencia de Valparaíso. Compatibilizaba así sus funciones como ayudante de la Gobernación marítima, que consistía en atender los aspectos jurídicos de la Comandancia General de la Marina. De inmediato se abocó a la tarea de reformar el Sistema Naval, comenzando por el estudio de la “Ley de Navegación”, recién presentada a la Cámara de Diputados, proyecto que requería reformas. Hizo 152 indicaciones modificatorias de este texto legal, en gran parte aceptadas, y la ley se promulgó el 24 de junio de 1878 y permaneció vigente por cien años. También se encargó de regularizar el sistema de ascensos, con sugerencias destinadas a evitar el juego de influencias políticas o sociales en esta materia.
Ejerció la abogacía, hasta que el estallido de la guerra en 1879 le llevó a embarcarse hacia el norte donde asumiría el mando de la Esmeralda. Allí lo esperaba la oportunidad de llevar a la máxima expresión la consigna de toda su vida: cumplir el deber, amar a Dios, su familia y su país. Ejemplo para todos los que hemos sido investidos con el privilegio del título de abogado.
Termino con la frase de nuestra Gabriela
Es hermosa nuestra historia, y para dar en una narración a nuestros hijos la llamarada del heroísmo, no necesitamos recurrir ni a Grecia, ni Roma, si (porque) Prat fue toda Esparta.
Damos entonces por inaugurado el ciclo de Charlas de Extensión de la Universidad año 2020 con la esperanza que sean provechosas para todos nosotros.
Muchas Gracias

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un viaje Académico, Político y Espiritual a Líbano

Una breve reflexión sobre las Identidades a propósito de la Convención Constituyente

Educación Superior y Violencia, para la reflexión