El olvidado informe Pearson y la PSU.
En medio
del intenso debate sobre la reforma educacional, en el
que han primado distintos énfasis sobre el lucro, acerca de los recursos que debe aportar la reforma tributaria y el
apasionado trámite legislativo, lo
cierto es que echamos de menos una
reflexión más profunda sobre la calidad
de la educación superior y en específico
del proceso de selección y
elaboración de la prueba que permite llegar o no a la universidad: la PSU.
Más aún, cuando estamos hablando de gratuidad y de mecanismos que disminuyan la
segregación. Y vale la pena recordar
que hace dos años, el ministerio de
educación y el Consejo de Rectores (CRUCH)
acordaron revisar la calidad de este
examen, y lo hicieron a través de una evaluación internacional. Tras una
licitación fue seleccionada la empresa Pearson para efectuar un
diagnóstico de la PSU, proceso que se llevó a cabo entre enero de 2012 y enero
de 2013.
La
revisión se enfocó en tres áreas: la evaluación de los procesos de construcción de las pruebas, el análisis de puntuación de las pruebas, y un estudio de su validez. Una comisión técnica compuesta por tres integrantes del
Mineduc y tres integrantes designados por el CRUCH aprobaron el informe final de Pearson.
El denominado informe nos entregó algunas
conclusiones, que vale la
pena recordar en medio de un debate
necesario sobre la calidad de la
educación y las condiciones de quienes ingresan a las universidades.
Si tomamos en
cuenta sólo la elaboración
de la PSU y los resultados de su
aplicación advertimos problemas complejos con repercusiones en la
selección posterior. Primero nos advierte, que el departamento de evaluación, medición y registro educacional de la Universidad de Chile
(DEMRE) que administra la prueba no
somete a revisión ni análisis de las
preguntas a expertos externos, como sería recomendable. Resulta
urgente, mejorar la
documentación que guía y respalda el proceso de
construcción del test, así como también incluir expertos
en currículum y profesores de enseñanza media que representen a más de una institución en la
elaboración de las preguntas ,y a su vez
realizar
auditorías periódicas.
El informe nos describe que todos los años
se prueban las preguntas o ítems con un
grupo de estudiantes que rinden el examen de manera voluntaria, antes de la
PSU. La muestra que se realiza no es representativa del total de la
población que rinde efectivamente la PSU.
Las
preguntas disponibles que llegan
finalmente a la PSU no se testean o experimentan de manera
adecuada.
El
informe Pearson detecta con claridad el sesgo que las preguntas pueden contener
al señalar que afecta gravemente a los estudiantes de la modalidad técnico profesional. “Se aprecia
un alineamiento bajo con los contenidos
mínimos obligatorios del currículum chileno. Si se desagregan los puntajes estos han aumentado desde la aplicación de la PSU a
favor de los establecimientos particulares pagados en desmedro de la modalidad
técnico profesional. Esta brecha de
acuerdo al nivel socioeconómico es más
altas que lo que reflejan otras pruebas
de selección internacionales, lo que
también se revela en su capacidad predictiva”. En definitiva,
no necesariamente los que no
entran a la universidad no están preparado para hacerlo y es probable que
estemos perdiendo talentos.
Una de
las recomendaciones finales del informe Pearson es lapidaria: “No se deben seguir entregando las becas y créditos basándose de manera exclusiva en la PSU”.
Cabe
preguntarse ¿Qué se ha hecho luego de
recibir este informe? ¿Qué ha cambiado
luego de haberse detectado 90 fallas de la PSU en un informe de 800
páginas y más de 100 recomendaciones? ¿Y
para qué sirve una prueba de
selección que no cumple con los objetivos
mínimos para la que fue creada?
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